Cuando se acerca la
primavera, solemos aumentar nuestro nivel de nervios y ansiedad. Los niños nos
volvemos revoltosos y casi inaguantables. Pero hay algo dentro de nosotros que
nos mueve, nos anima y nos saca de nuestras casillas. Aparecen nuevos olores,
el sol resplandece con mayor fuerza…. Algo va cambiando.
Vemos los carnavales y
todo cambia. Comienza a verse costaleros por las calles. La tele nos muestra
traslados de tronos… y nosotros comenzamos a pensar en nuestro resucitado.
Los mayores nos animan,
¡…. Y nosotros nos animamos!
Ya se acerca el día de
resurrección, ya está ahí la semana santa. Ya escuchamos las bandas de música y
los tambores, ya se acerca nuestro día.
Con nuestro cariño y
esfuerzo, con nuestros pequeños cuerpos, pero nuestras grandes ganas…. Queremos
honrar y lucir al que es la luz para
nosotros.
Unos se quedan en el
jueves santo, otros en el viernes santo… nosotros nos vamos al día grande, el
día de la vida, el día de la luz, el día de nuestro resucitado.
Los mayores nos miráis,
nos sonreís, estáis pendientes de nosotros,… y nosotros sólo miramos a nuestro
resucitado. El eleva las manos al cielo, ofrece nuestro esfuerzo a Dios. El
mira hacia el cielo porque ofrece nuestro dolor.
El peso de las andas no
hace mella en nuestros hombros, porque mostramos a Alomartes nuestro cariño y
amor. Amor y cariño al que nos creó; amor y cariño al que nos guía; amor y
cariño al que nos sostienes; amor y cariño al que es nuestro verdadero amor.
Por
eso yo digo hoy con toda la fuerza de mi voz, proclamo a los cuatro vientos
para ser su portavoz:
Creo
en Dios que es un ser inabarcable, espiritual, eterno, que
me enseñaron a llamar padre, pero que tiene detalles preciosos de madre; un
Dios que todo lo puede en el Amor. Que solo sabe querer y perdonar. De Él solo
proviene lo bueno, lo bello, lo tierno. Creo en un Dios que no sabe, no quiere,
no consiente el castigo, el dolor, la muerte. Un Dios que es creador de vida,
de la vida con mayúsculas y de la infinidad de vidas con minúscula.
Creo en un Dios que antes
de que me concibieran ya me pensó, antes de ser engendrado en el seno materno
ya me quiso con amor eterno.
Y Creo en Jesucristo,
su único hijo nuestro Señor, del Padre nació y al Padre volvió; un Jesús
portador de semilla divina, con el mismo corazón de Dios. La palabra hecha
carne, la luz de Dios hecha lámpara, la fuerza de Dios hecha debilidad, el Amor
de Dios hecho gesto visible, el poder de Dios, su eternidad, hecho hijo en las
entrañas de una mujer, María que por obra del Santo Espíritu, tejió en el
templo de Dios la figura, el rostro de un niño. Con Amor y con dolor de madre
lo pario, lo beso, lo abrazo y lo acostó en un pesebre. El cielo se abrió y
canto la gloria de Dios. La paz inundo el corazón de los hombres amados por
Dios.
Creo que este niño fue
bandera discutida y el corazón de su madre fue atravesado por una espada de
doble filo: la de la muerte y la de la vida.
Fue creciendo en
estatura y en gracia a los ojos de Dios y de los hombres, y sus padres
guardaban todas las cosas en el corazón.
Y se hizo hombre,
verdadero hombre, asumió la condición humana hasta someterse incluso la muerte,
y una muerte de cruz, bajo el poder de poncio Pilato, al igual que hoy, otros
Cristos, mueren bajo el poder de otros Pilatos. Entro en las mismas entrañas de
la muerte, pero Dios lo resucito y en su resurrección todos hemos resucitado.
Creo en Jesús, realidad
presente en mi vida, que me levanta cuando me siento decaído, que me alegra
cuando estoy triste, y que me dice “, no temas yo estoy contigo, todos los días
hasta el fin del mundo”. De este Jesús me enamore, envolvió mi vida y mi ser, y
no pude otra cosa que dejarme querer.
Creo en el Espíritu
Santo, Señor y dador de vida, fuerza de Dios, aliento de Dios, fuego de Dios,
que arrasa y destruye, pero que calma y construye. Espíritu que nos hace
exclamar “ABBA” padre. Espíritu que es susurro y brisa, consuelo y esperanza,
fortaleza y paciencia.
Y creo en la Iglesia,
que es una, Santa, porque aquí esta Dios, Católica porque no entiende de razas,
lenguas o culturas, y apostólica porque en ellos se sostiene y de ellos aprende.
Creo en la iglesia como
hogar y familia, lugar de encuentro, donde Dios habla a puertas abiertas, donde
todos tenemos pan y vino, donde Dios se parte y se reparte, donde Dios se viste
de misericordia y perdón, donde Dios se unge con aceite de salvación, donde
Dios se significa con y por amor, donde el agua es fuente de salvación y el
Espíritu revolotea por cualquier esquina.
Quizá sea largo mi
pregón, pero os tengo que abrir mi corazón. Pocas cosas nos llenan de alegría,
pero una acontece en ese día. Cristo nos ha salvado y no quiero que se sienta
defraudado.
Los niños de Alomartes
lo aman y esta es mi proclama. Venid y acompañarnos y mostrémosle que lo
amamos.
hola, tienen el mp3 de esta cancion?
ResponderEliminarVIRGEN DE LOS DOLORES
Virgen de los dolores,
Madre, no llores,
semilla de esperanza
de pecadores, de pecadores.
Virgen de los dolores,
Madre no llores.
1. Diste al mundo tu Hijo
con destino de cruz.
Dolor que quema tu alma,
amor que dio nueva luz.
2. Fuerte en el sufrimiento,
madre en el perdonar;
adentro secaste el llanto
que no dejaste aflorar.
3. Virgen Madre del niño,
que al morir Vida dio;
por tu intermedio pedimos
humildemente perdón.