Ante
todo, quiero empezar diciendo, que agradezco la confianza que esta nuestra
Hermandad ha depositado en mí para hacer el pregón de Semana Santa y a nuestro
párroco D. Juan Carlos por ser uno más de nosotros, amigo, vecino y compañero del pueblo.
En
la conmemoración anual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret,
da comienzo algo tan significativo como importante para todo cristiano, Semana
Santa.
En
estos días que nos encontramos tan cerca del Señor, nos invade un sentimiento
de pena, sufrimiento y alegría.
Pena:
Porque vivimos más cerca todo lo que penó y sufrió nuestra Señora y Madre.
Sufrimiento:
Porque todo Cristiano sabe el dolor, la agonía y la injusticia que vivió
nuestro Señor Jesucristo.
Alegría:
Porque ocurrió el Milagro y desde entonces está aquí, vive en cada uno de nosotros y nos ayuda en el día a
día, a superar adversidades.
Como
cada Semana Santa….. baja la calle ancha ….. Silenciosa y respetuosa su imagen,
adorada y querida por cofrades y costaleros. Llevan el paso a hombros, hombros
castigados de trabajo y esfuerzo que queda compensando por su devoción.
El
silencio se hace al momento…. no hay más que mirar su rostro. Y si vuelves la
cabeza, y miras a nuestra Señora…. Ya el dolor es inmenso, porque su cara
refleja, tanta pena y sufrimiento.
Al
son de los tambores…. Se inicia la procesión, procesión de respeto y de
silencio. Mecen con dulzura al cristo en el madero, adornado con cirios y
perfumado con incienso.
De
pronto se para el paso…. De ese balcón de flores, asoma un saetero. Sus
palabras son el viento, su cantar es puro llanto, que atraviesa corazones,
llegando muy dentro.
No
se oye nada, es todo respeto, solo el quejido, levanta la voz del saetero.
Cuando
la brisa se lleva el eco…. Se vuelve a hacer el silencio y continúa su camino,
Jesús de Nazareno.
Momentos
en los que aprovechamos, para pedir a Nuestro Señor, con fuerza y Fe, por este
mundo cruel; por ese niño que llora y que no tiene consuelo, porque tiene frio,
y solo la noche le sirve de abrigo, porque tiene hambre, y no tiene pan, por
eso Madre que se siente impotente, que ya no le puede dar más.
Por
el enfermo que se apaga entre agonía y dolor y ya no tiene remedio…. Ya no hay
solución.
Por
el Padre que prometió a su familia, una vida plena y feliz y ve como peldaño a
peldaño su sueño se desmorona.
Por
todos y cada uno de ellos….. Pedimos con Fe y devoción.
Mientras
mi mente sigue ocupada, con estos pensamientos… la procesión continua, paso a
paso, calle por calle, dejando en el aire, destellos de luz y esperanza, añoranza
de tiempos vividos y de recuerdos de mi infancia.
Ya
se ven las luces de la iglesia….. Nuestra Señora le espera.
¡Ya
te lo devolvemos!, no sufras más madre mía que todos entendemos tu pena,
amargura y agonía.
Y
aquí termina mi paso hecho de corazón, intentando agradar, a quien lo quiera
escuchar.
Espero
que lo recibáis, como yo lo hecho con Fe, Amor y mucha ilusión.
Gracias
a todos por brindarme esta confianza.
Mis
deseos solo son….. apostar unidos por un mundo mucho mejor.
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